domingo, 30 de octubre de 2016

El temblor político de la candidatura femenina indígena del EZLN


Titulándola con uno de los versos del himno nacional de México, “que retiemble en sus centros la Tierra”, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) hicieron pública su declaración final del encuentro que sostuvieron en Chiapas en días pasados y en la cual anuncian su decisión de presentar una candidatura para los comicios electorales presidenciales del 2018. La conmoción política que ha producido este anuncio es como un verdadero temblor en los centros de la vida política mexicana. 
El giro del EZLN

El comunicado de la reunión del EZLN y el CNI fechado en un lugar de Chiapas con la mera mención de “octubre de 2016”, no fue publicado por ningún medio “establecido” ni periódicos, ni noticieros electrónicos sino que fue lanzado a los laberintos de la red y su explosivo contenido sólo fue captado el fin de semana pasado: el EZLN con sus aliados indígenas de todo México, de Sonora a Yucatán se proponen lanzar para las campañas electorales del 2018 a una mujer indígena. Las líneas finales del comunicado señalan que ante “la situación de grave crisis por la que atraviesa el país [...] la palabra de los indígenas [debe] materializarse en una mujer indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda a nombre del CNI y del EZLN en el proceso electoral del año 2018 para la presidencia de este país”.

Los sexenios presidenciales priistas y panistas siempre habían llegado exhaustos a su quinto año, no el de Peña Nieto que prácticamente terminó la noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014 sin siquiera haber culminado su segundo aniversario. 2017 y 2018 políticamente van a estar centrados en los preparativos y en la realización de la lucha por la sucesión presidencial, de hecho la decisión del EZLN y sus aliados indígenas vienen a acelerar un escenario no sólo de fin de gobierno sino de fin de régimen.

En los partidos burgueses mismos, que son todos los “registrados” en el instituto electoral, se discute y se preparan para lo que va a pasar en el 2018: la reelección del candidato presidencial priista ante el colapso que ha representado el gobierno de Peña Nieto sería considerada como una auténtica provocación por amplísimos sectores de la población. La vuelta del Partido de Acción Nacional (PAN) después de los fracasos portentosos de los presidentes panistas Fox y Calderón, aparece también como más de lo mismo. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) recorre todo el país para preparar su tercera postulación presidencial y aunque ciertamente su candidatura tiene un apoyo popular muchísimo mayor, su moderación y abierta política conciliadora le está restando muchos apoyos en los sectores cada vez mayores de una población descontenta y harta de la situación por la que atraviesa México. Por eso es que abundan las proclamaciones de candidaturas presidenciales: el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera ya se postuló y sabe que un Partido de la Revolución Democrática (PRD) debilitado con gusto lo aceptaría como su candidato. El gobernador de Nuevo León, cuna del poderoso grupo financiero-industrial de Monterrey, Jaime Rodríguez, “El Bronco”, estrella de las nuevas y permitidas “candidaturas independientes” (no registrados por los partidos), también se ha lanzado a la arena. Y la lista de “independientes” está aumentando.

Por supuesto, la anunciada candidatura femenina indígena sería también de las independientes, pero su carácter no está incluido dentro del contexto burgués de todos los demás partidos y candidatos “independientes”. Representaría un desafío directo al establishment oficial al declarar el EZLN y el CNI abiertamente que su campaña será “anticapitalista”. La proclamación de esta decisión viene a corroborar la gravedad de la crisis, determinante que explica este giro abrupto y radical de la política de los neozapatistas y sus aliados caracterizada por su completo abstencionismo electoral y sus coqueteos anarquistas expresados en su adhesión explícita a la consigna de “transformar la sociedad sin tomar el poder”. En sus líneas finales el texto de su declaración explica este giro de la siguiente manera:

“Ratificamos que nuestra lucha no es por el poder, no lo buscamos; sino que llamamos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a organizarse para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras resistencias y rebeldías, es decir en la defensa de la vida de cada persona, cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la justicia rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos. Es el tiempo de la dignidad rebelde, de construir una nueva nación por y para todas y todos, de fortalecer el poder de abajo y a la izquierda anticapitalista, de que paguen los culpables por el dolor de los pueblos de este México multicolor”.

De este modo el EZLN convoca a la población indígena y a la “sociedad civil” a una revolución sin atreverse a nombrarla pero definiéndola cuando señala los atributos de “la nueva nación por y para todas y todos” que deberá surgir en este “México multicolor”. Un México no capitalista, un México sin gobiernos priistas, panistas, perredistas y demás organizaciones burguesas que son la garantía de la permanencia del poder capitalista que en la práctica hay que derrumbar para instalar el otro poder, el de la “dignidad rebelde”, que no puede ser sino el de otro gobierno, el de los indígenas, junto a los demás sectores explotados y oprimidos de la “sociedad civil” que se sientan llamados a participar en esa transformación de México. La contradicción de una retórica anarquizante superada por la realidad política de la lucha por “el fortalecimeinto del otro poder de abajo y de la izquierda anticapitalista” se resolverá en el mismo proceso por el que se han lanzado los neozapatistas impulsados por la crisis.

Comienza un proceso inaudito en el que vuelve a irradiar la alternativa del EZLN que en 1994 casi incendió a México pero que fue neutralizada por un poder burgués hábil y experimentado, ayudado fundamentalmente por una izquierda sistémica estalinista y una corriente reformista burguesa encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas (en la que desde un inicio se incluyó López Obrador) fundadora y dirigente central del PRD, ambos factores que garantizaron el control popular y evitaron el desbordamiento que parecía venir en ese año crítico de 1994.

Perspectivas

Esa constante histórica nacional que desde el siglo XIX y en especial desde la Revolución de 1910 ha definido en gran medida el proceso revolucionario de la lucha de clases, surge de nuevo en estos días críticos. El CNI y el EZLN convocan a los campesinos a erguirse como opositores radicales del establishment. El EZLN, reivindicando el zapatismo de nuevo parece destinado a contribuir decididamente a la tarea histórica postergada prácticamente durante todo el siglo XX, del surgimiento de la alternativa política independiente de los trabajadores y del pueblo de México. La convocatoria del EZLN apunta a perspectivas inauditas en el panorama electoral, de hecho político en general del país.

Ya se demostró eso en 1994. Desafortunadamente después de ese año crítico la deriva política con rasgos de sectarismo del EZLN lo aisló de los procesos de los movimientos sociales y sus proyectos de vincularse con los sectores de izquierda independiente y socialista, como la fundación y disolución del FZLN y después la experiencia abortada de la convocatoria de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona en el proceso de las elecciones presidenciales del 2006, arrinconaron al EZLN en la región chiapaneca con sus bases campesinas en donde se dedicó a fundar municipios libres, “los caracoles”, experiencia campesina e indígena muy interesante pero insuficiente para una población trabajadora ya abrumadoramente concentrada en las grandes y medianas aglomeraciones urbanas que cambiaron radicalmente el panorama demográfico de México en los últimos cuarenta años.

Para la oposición burguesa más importante, la representada por Morena y en especial para su caudillo AMLO, este hecho viene a moverle todas las piezas. De inmediato han surgido también en estos días las polémicas en favor y en contra de la candidatura propuesta. El cargo fundamental que ya se oye crudamente es el del supuesto papel “divisionista” de la izquierda. No sólo eso, el 15 de octubre AMLO en una serie de diversas declaraciones a los medios, primeramente consideró y avaló como “un derecho” del EZLN lanzarse con su candidatura a la palestra electoral, pero inmediatamente se contradecía agregando en otras declaraciones las acusaciones que se hicieron a las posiciones del EZLN en los procesos electorales tanto en 2006 como en 2012. Según AMLO y muchos de sus seguidores se trata de “una maniobra para hacerle el juego al gobierno, porque no han querido en esas dos ocasiones que haya una transformación, un cambio de régimen”. Va tan lejos AMLO que ha acusado “al EZLN y la Iglesia progresista [Javier Sicilia y aliados] de haber ayudado indirectamente al fraude de Calderón”.

Reconociendo que el abstencionismo fundamentalista electoral puesto en práctica por el EZLN en esos años fue muy crudo y careció de explicaciones programáticas, lo cual provocó confusión en muchos de sus seguidores, la base política en que se basaba era intachable: el PRI (Partido Revolucionario Institucional), el PAN, el PRD y las demás pequeñas franquicias políticas no representan los intereses del pueblo explotado y oprimido de México. Pero los argumentos en los que se apoya la política y el programa de AMLO y su partido Morena no les dan ninguna autoridad para criticar al EZLN pues se trata de un programa arcaico, del más puro corte liberal decimonónico que se abstrae por completo de los portentosos hechos que han determinado la evolución del capitalismo nacional e internacionalmente durante todo el siglo XX. Se concentra en la impugnación de la corrupción gubernamental, pero no toca ni de casualidad las prácticas no sólo de corrupción sino de gigantesco saqueo y explotación del capital nacional e imperialista que los hacen los principales responsables de la situación desastrosa en la que se encuentra la economía de México. Para AMLO no existe la lucha antiimperialista, no hay en sus constantes y casi cotidianas arengas la menor mención del papel internacional de México, del escenario de crisis que determina la situación de América Latina y el mundo entero y su interpretación de cómo afecta todo esto a México.

Además, el curso ultra moderado y conciliador expresado durante los tres años pasados una y otra vez por ALMO en sus discursos, convocando a Peña Nieto a unirse con él para “garantizar la estabilidad en el año electoral de 2018”, prometiendo, si triunfa, el perdón a la actual mafia en el poder culpable de crímenes de estado como el de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y de tantas otras tropelías que inculpados en un juicio imparcial serían sentenciados a muchos años de cárcel. No, AMLO no representa ninguna posición clasista, de auténtica izquierda independiente y revolucionaria.

El giro del EZLN que recién se anuncia seguramente tendrá repercusiones importantes en su quehacer y estrategia políticas. Para empezar una campaña presidencial como la que se vislumbra tendrá necesidad de buscar alianzas. El accionar del EZLN y del CNI será más político, validando la suma de fuerzas, sin el autoritarismo típico de los métodos militares. Una campaña política no es una campaña militar. El propio histórico subcomandante Galeano (antes Marcos) experimentará, si se convierte en impulsor directo de la campaña de su candidata en las calles de México, un cambio. Ya no sólo ordenara sino deberá convencer. El autoritarismo militar, con nefastas consecuencias en el quehacer político del EZLN, de sus líderes principales, no podrá ser el método de conducción de una campaña electoral inaudita como la que se perfila tendrá lugar con este giro en los campos y ciudades de México..

El mundo del trabajo podrá y deberá ser convocado. Aquí el papel de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación será crucial para darle a la posible campaña de la candidata indígena, campesina y revolucionaria el debido apoyo clasista para que los “caracoles” chiapanecos salgan del aislamiento y fructifique en los sindicatos y organizaciones obreras las experiencias emancipadoras de vanguardia de los pueblos indígenas de Chiapas.

Esto apenas empieza, faltan muchos cabos por atar, muchas explicaciones que dar, pero el mero giro político anunciado en ese congreso de hace unos días ya representa un hecho que es un verdadero hito, un auténtico temblor de la lucha política popular en México. 

Manuel Aguilar Mora, Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por Comentar