MÉXICO, D.F. (apro).- Mientras el PRI se desploma por los escándalos de corrupción, autoritarismo e ineptitud de Enrique Peña Nieto, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), cómplice de ambos, crece espectacularmente hasta perfilarse en la disputa por el tercer lugar en las elecciones de junio.
Las más recientes encuestas de los diarios Reforma y El Financiero sobre la elección de diputados federales colocan al PVEM en la posibilidad de obtener entre 10% y 11% de los votos, un nivel que quizá alcanzaría también el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador.
Conforme a estas mismas encuestas, el Partido Acción Nacional (PAN) se consolidaría como la segunda fuerza y el desplome del Partido de la Revolución Democrática (PRD) permitiría al Verde y a Morena disputarle el tercer lugar en la elección federal que se celebrará en cuatro meses.
El tema es clave porque el PRI cae, pero se recupera con el Verde. En la encuesta de Reforma, por ejemplo, mientras que el PRI cayó de 40% a 30% de agosto a diciembre, el PVEM subió de 5 a 11, más del doble en sólo cuatro meses.
¿Qué explica tan inaudito crecimiento del PVEM que ni es partido ni es verde ni es ecologista? ¿Cómo es que este PRI chiquito –la corrupción verde– puede cautivar a millones de mexicanos? Solamente la ignorancia, la corrupción y las complicidades.
Corrupción porque desde hace cuatro meses, y violando la Constitución y la ley, el Partido Verde desplegó una multimillonaria campaña de propaganda en radio, televisión, cine, espectaculares, mamparas, correo y todos los medios a su alcance para, con el rostro de tres senadores y tres diputados, presentarse ante los mexicanos como dioses.
Corrupción porque, aun cuando los tres diputados y tres senadores del propio Partido Verde han reconocido que gastaron 50.7 millones de pesos sólo en Televisa y TV Azteca, un monitoreo del Instituto Nacional Electoral (INE) establece que se han difundido en esa cadenas más de 192 mil spots, que costarían 462 millones de pesos.
Corrupción porque la autoridad electoral, constituida mediante complicidades en las que el Partido Verde es parte, ha actuado de manera lánguida –por decir lo menos– para sacar del aire los ilegales promocionales y para sancionar a los responsables.
Los jerarcas del Partido Verde han sido astutos para capitalizar en su beneficio la ignorancia que sobre ellos existe entre los mexicanos y por eso ha sido exitoso el lema de sus promocionales: “El Verde sí cumple”.
Ante la falta de credibilidad de Peña, quien fincó su campaña electoral con el lema de “Peña sí cumple”, y justamente ante la falta de cumplimiento de sus promesas, el Partido Verde diseñó su estrategia con su frase cumplidora, por ejemplo en un aspecto sensible para los mexicanos más pobres: Las cuotas en las escuelas públicas.
Lo que mucha gente que vota por el Partido Verde no sabe, y si lo sabe no votaría jamás por este partido, es que se trata de un partido de impostores que tienen tanta responsabilidad de lo que está pasando en el país como Peña Nieto y el PRI, pero sus complicidades con las televisoras –a las que pertenecen diputados y senadores– encubren para que no se sepa.
Por ejemplo, el PRI votó por aumentar impuestos y el Partido Verde también. El PRI aumentó el IVA en la frontera de 11% a 16% y el Partido Verde también. El PRI aprobó la privatización del petróleo y el Partido Verde también.
El PRI subió el precio de los chicles, los chocolates y los alimentos para mascotas y el Partido Verde también. El PRI aprobó los gasolinazos y el Partido Verde también.
Peña Nieto fue el candidato presidencial del Partido Verde y si ese personaje no cumple sus promesas de campaña, tampoco las cumple el Partido Verde.
Por ejemplo, si la economía no crece, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Si no ha disminuido la violencia y la inseguridad, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Si los precios de la canasta básica no bajan, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Y si no hay más dinero en el bolsillo de los mexicanos, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Es muy claro: El Partido Verde es exactamente lo mismo que el PRI…
Apuntes
A cuatro meses de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayozinapa, lo único que aparece es la inmensa corrupción de Enrique Peña Nieto.
Alvaro Delgado Proceso
Las más recientes encuestas de los diarios Reforma y El Financiero sobre la elección de diputados federales colocan al PVEM en la posibilidad de obtener entre 10% y 11% de los votos, un nivel que quizá alcanzaría también el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador.
Conforme a estas mismas encuestas, el Partido Acción Nacional (PAN) se consolidaría como la segunda fuerza y el desplome del Partido de la Revolución Democrática (PRD) permitiría al Verde y a Morena disputarle el tercer lugar en la elección federal que se celebrará en cuatro meses.
El tema es clave porque el PRI cae, pero se recupera con el Verde. En la encuesta de Reforma, por ejemplo, mientras que el PRI cayó de 40% a 30% de agosto a diciembre, el PVEM subió de 5 a 11, más del doble en sólo cuatro meses.
¿Qué explica tan inaudito crecimiento del PVEM que ni es partido ni es verde ni es ecologista? ¿Cómo es que este PRI chiquito –la corrupción verde– puede cautivar a millones de mexicanos? Solamente la ignorancia, la corrupción y las complicidades.
Corrupción porque desde hace cuatro meses, y violando la Constitución y la ley, el Partido Verde desplegó una multimillonaria campaña de propaganda en radio, televisión, cine, espectaculares, mamparas, correo y todos los medios a su alcance para, con el rostro de tres senadores y tres diputados, presentarse ante los mexicanos como dioses.
Corrupción porque, aun cuando los tres diputados y tres senadores del propio Partido Verde han reconocido que gastaron 50.7 millones de pesos sólo en Televisa y TV Azteca, un monitoreo del Instituto Nacional Electoral (INE) establece que se han difundido en esa cadenas más de 192 mil spots, que costarían 462 millones de pesos.
Corrupción porque la autoridad electoral, constituida mediante complicidades en las que el Partido Verde es parte, ha actuado de manera lánguida –por decir lo menos– para sacar del aire los ilegales promocionales y para sancionar a los responsables.
Los jerarcas del Partido Verde han sido astutos para capitalizar en su beneficio la ignorancia que sobre ellos existe entre los mexicanos y por eso ha sido exitoso el lema de sus promocionales: “El Verde sí cumple”.
Ante la falta de credibilidad de Peña, quien fincó su campaña electoral con el lema de “Peña sí cumple”, y justamente ante la falta de cumplimiento de sus promesas, el Partido Verde diseñó su estrategia con su frase cumplidora, por ejemplo en un aspecto sensible para los mexicanos más pobres: Las cuotas en las escuelas públicas.
Lo que mucha gente que vota por el Partido Verde no sabe, y si lo sabe no votaría jamás por este partido, es que se trata de un partido de impostores que tienen tanta responsabilidad de lo que está pasando en el país como Peña Nieto y el PRI, pero sus complicidades con las televisoras –a las que pertenecen diputados y senadores– encubren para que no se sepa.
Por ejemplo, el PRI votó por aumentar impuestos y el Partido Verde también. El PRI aumentó el IVA en la frontera de 11% a 16% y el Partido Verde también. El PRI aprobó la privatización del petróleo y el Partido Verde también.
El PRI subió el precio de los chicles, los chocolates y los alimentos para mascotas y el Partido Verde también. El PRI aprobó los gasolinazos y el Partido Verde también.
Peña Nieto fue el candidato presidencial del Partido Verde y si ese personaje no cumple sus promesas de campaña, tampoco las cumple el Partido Verde.
Por ejemplo, si la economía no crece, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Si no ha disminuido la violencia y la inseguridad, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Si los precios de la canasta básica no bajan, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Y si no hay más dinero en el bolsillo de los mexicanos, como prometió Peña, el Partido Verde no cumple.
Es muy claro: El Partido Verde es exactamente lo mismo que el PRI…
Apuntes
A cuatro meses de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayozinapa, lo único que aparece es la inmensa corrupción de Enrique Peña Nieto.
Alvaro Delgado Proceso
Jorge Emilio González Martínez
El Partido Verde es la estafa política perfecta. Una empresa familiar de marketing y lobby capaz de recibir cientos de millones de pesos fingiendo, sin mucho esfuerzo, que es un partido político. Todos saben que se trata de una impostura, pero las reglas del sistema lo vuelven absolutamente invulnerable. Contra el Niño Verde no hay defensa.
La apropiación del color verde y la palabra ecología le ofrecen a este membrete, en automático, entre 3 y 5 por ciento de los votos por parte de electores jóvenes poco politizados; con 28 diputados y siete senadores con frecuencia se convierte en fiel de la balanza en votaciones decisivas y, por consiguiente, en la niña de los ojos que cortejan los partidos mayores.
A diferencia del resto de los partidos empeñados siempre en ampliar su base social y territorial, al verde no le interesa mayor cosa expandir su membresía. En cierta forma prefieren no tenerla porque eso a la larga pondría en riesgo el control del partido a cargo del Niño Verde y su padre. Eximidos de esa tarea, no hay mucho trabajo que hacer. Les basta con convertir al PVEM en una marca . No se trata de hacer política, basta hacer top of mind entre los electores, un eslogan recordable. Lo demás vendrá por añadidura: prerrogativas, curules y escaños, alianzas electorales y posiciones de poder. Por eso es que hacen un círculo vicioso perfecto y absolutamente invulnerable a cualquier intento de la sociedad para interrumpirlo: usan los cuantiosos recursos que reciben en la producción de campañas callejeras y pegajosas, eso y su membrete verde-ecológico les da votos; los votos le proporciona un número de diputados y senadores que los demás partidos están dispuestos a comprar a través de alianzas y canonjías. Y con esos recursos y canonjías hacen campañas masivas. Y el círculo comienza de nuevo. Claro, en el proceso los dirigentes se enriquecen obscenamente.
Pero no basta. La familia González y sus amigos encontraron otros filones de explotación de su mina de oro. Ofrecen el membrete de su organización a candidatos de otros partidos en alianzas mercantiles, basadas en la mejor oferta y la conveniencia política, al margen de cualquier consideración sobre programa, plataforma electoral o ideología. Sólo en 1994, tres años después de su creación, lanzaron candidato presidencial propio: Jorge González Torres, obviamente. Después han preferido arropar a un candidato de otro partido, luego de la negociación respectiva. En 2000 a Vicente Fox, en 2006 a Roberto Madrazo, en 2012 a Enrique Peña Nieto. O sea, al PAN o al PRI, dependiendo de la correlación de fuerzas que perciban y las ofertas que reciban. No es pues un partido que permita que las convicciones políticas, si las tuvieran, entorpezcan una negociación favorable.
La clientela a quien ofrecer el uso del membrete no se restringe a otros institutos políticos. En los últimos años el PVEM es el principal vehículo para dar acceso y posicionar a la llamada telebancada. Es el caso de los senadores Ninfa Salinas Sada, hija de Ricardo Salinas Pliego, Luis Armando Melgar, ex director de Canal 40, Carlos Puente, ex directivo; todos ellos vinculados a la televisora del Ajusco. Entre ambas cámaras se estima que la telebancada asciende a 16 legisladores, una cifra superior a la de algunos partidos políticos.
En el Partido Verde la selección de candidatos no tiene nada que ver con plataformas ideológicas o trayectoria política. El criterio de reclutamiento tiene más que ver con la agenda social del Niño Verde y otros juniors, y con las virtudes fotogénicas del candidato. Ser bonito o ser famoso independientemente de las capacidades intelectuales o morales.
Son las encuestas las que definen las “demandas” políticas del partido. Reivindicaciones aisladas y populacheras al margen de cualquier agenda ecológica o a favor de la vida. Tal es el caso de su petición de la pena de muerte, que convirtieron en una cruzada mediática. Un objetivo irreal e impracticable a sabiendas, pero útil para atraer votos. Sin importar el hecho de la aberración que significa que un partido “verde” apueste por la muerte, único caso en el mundo.
En suma, el Partido Verde Ecologista de México es como su actual líder, Jorge Emilio González Martínez, impresentable. Es una anomalía absurda, onerosa e inútil para el tejido social y político. Explicable sólo en el contexto de irracionalidades de la vida política y de los políticos. En efecto, en tales asuntos, moral es un árbol que da moras.